domingo, 29 de noviembre de 2009

Consagración Mundial.




El reconocimiento mundial como uno de los primeros escritores de habla hispana le llega a nuestro compatriota en 1941, año en que gana el Concurso Latinoamericano de Novela convocado por la editorial Farrar & Rinehart de New York y auspiciado por la Unión Panamericana de Washington, precursora de la OEA. Triunfa con “El mundo es ancho y ajeno”, que al poco tiempo se convierte en un clásico de la literatura latinoamericana, es invitado a los Estados Unidos para recibir el premio, que se lo entregan durante un fastuoso banquete en los salones del hotel Waldorf Astoria.


Luego de un corto viaje a San Francisco, regresa a New York, donde “El mundo es ancho y ajeno” se publica con el título de “Broad and Alien is the World”, en noviembre de 1941. Simultáneamente comienzan las traducciones, y la novela adquiere difusión mundial.

Entrevista a Don Alfredo Alegría Alegría

¿Qué relación tenía Don Ciro Alegría con el poeta César Vallejo?

Generalmente no había una relación amical, únicamente la de profesor y alumno, pero ocurrió una ocasión cuando Vallejo le pregunta a Ciro Alegría si él podía recitar la poesía “La Aldeana”, pero Ciro por temor a equivocar, aun sabiéndola, decidió no recitarla y solo recitó una poesía sencilla.

¿Qué recuerdo tenía Don Ciro Alegría del poeta César Vallejo?

Recuerdos existen muy pocos, básicamente todo lo dice en la obra “El César Vallejo que yo conocí”.
Dentro de la familia, quien le inculca la curiosidad por conocer y saber de César Vallejo es una tía llamada Rosa Alegría, ella era quien le entregaba a Ciro recortes pórticos que publicaban del escritor Vallejo.

¿Qué influencia tuvo Antenor Orrego en la vida de Don Ciro Alegría?

Antenor Orrego no tuvo ninguna influencia en Ciro Alegría, porque él era un poeta independiente y aunque fue aprista un tiempo, él siempre fue de la gente y del pueblo; si en algún momento tuvo alguna influencia fue la de César Vallejo y un novelista norteamericano apellidado Dos Passos.

¿Cómo Don Ciro Alegría decide ser escritor?

Ciro Alegría escribió desde muy pequeño, existen cuentos que él hizo desde que estaba en la primaria y que fueron expuestos años más tarde.

¿Por qué se decepcionó Ciro Alegría del APRA?

Por el autoritarismo de Haya de la Torre, ya que él era de las personas que nunca se podía equivocar y no estaba de acuerdo con la forma de actuar del APRA; Ciro Alegría escribió en una carta; “Para no cambiar de ideas, me cambio de partido”.

¿Qué profesión tenía Ciro Alegría?

Ciro Alegría siempre fue escritor, pero lamentablemente el ser escritor no le daba para sobrevivir, ya que sus obras o poesías las pirateaban, entonces por ese gran problema se dedicó al periodismo a pesar que nunca estudió esa carrera.

¿Un anécdota de Ciro Alegría?

Ciro Alegría se escapó de la Hacienda donde vivía a un cerro cuando tenia 6 años aproximadamente, porque le habían dicho que en el cerro podía encontrar a Dios, entonces él se fue a buscarlo una tarde, pero se perdió ahí mismo y no sabia como regresar, pero ya por el atardecer una pastora lo pudo dejar nuevamente en la Hacienda.



Fuente: Entrevista realizada el jueves 26 de Octubre de 2009, a horas 1:00 pm.
Entrevistado: Alfredo Alegría Alegría
Entrevistadores: Davir Villanueva Quezada, Gina Ruiz Aguirre y Carol Medrano.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Ciro Alegría: Mi profesor César Vallejo


Presentamos la apreciación de Ciro Alegría sobre su maestro César. Nosotros sabemos que los que mejor evalúan y reconocen el mérito de los docentes, son los alumnos. Esta vez el maestro Ciró Alegría nos cuenta cómo conoció a su "profe" Vallejo. Disfruten de la lectura. ¡Vamos bien!"De nuevo en el salón, era hora de estudio. La próxima sería de lectura. Había que repasar la lección. Me llamó junto a él y abrió mi libro en la sección de Pato. Tuve confianza en mi sabiduría y le dije:-Ya pasé Pato hace tiempo. También Rosita y Pepito. Yo sé todo ese libro...Vallejo me miró inquisitivamente:-¿Sabes también escribir?A mi respuesta afirmativa, me pidió que escribiera mi nombre y después el suyo. Dudé entre la be labial y la otra para escribir su apellido, pero tuve suerte al decidirme y salí bien. Me probó con otras palabras y una frase larga.La cosa parecía divertirle. Después me preguntó:-Y si sabes leer y escribir, ¿por qué te han puesto en primer año?-Porque no sé otras cosas...Entonces me dijo que fuera a sentarme. Traté de conversar con mi compañero de banco, quien me cuchicheó que estaba prohibido hablar durante la hora de estudio.Miré a mi profesor.César Vallejo -siempre me ha parecido que ésa fue la primera vez que lo vi- estaba con las manos sobre la mesa y la cara vuelta hacia la puerta. Bajo la abundosa melena negra su faz mostraba líneas duras y definidas. La nariz era enérgica y el mentón, más enérgico todavía, sobresalía en la parte inferior como una quilla. Sus ojos oscuros -no recuerdo si eran grises o negros- brillaban como si hubiera lágrimas en ellos. Su traje era uno viejo y luido y, cerrando la abertura del cuello blando, una pequeña corbata de lazo estaba anudada con descuido. Se puso a fumar y siguió mirando hacia la puerta, por la cual entraba la clara luz de abril. Pensaba o soñaba quién sabe qué cosas. De todo su ser fluía una gran tristeza. Nunca he visto un hombre que pareciera más triste. Su dolor era a la vez una secreta y ostensible condición, que terminó por contagiárseme. Cierta extraña e inexplicable pena me sobrecogió. Aunque a primera vista pudiera parecer tranquilo, había algo profundamente desgarrado en aquel hombre que yo no entendí sino sentí con toda mi despierta y alerta sensibilidad de niño. De pronto, me encontré pensando en mis lares nativos, en las montañas que había cruzado, en toda la vida que dejé atrás. Volviendo a examinar los rasgos de mi profesor, le encontré parecido a Cayetano Oruna, peón de nuestra hacienda a quien llamábamos Cayo. Éste era más alto y fornido, pero la cara y el aire entre solemne y triste de ambos tenían gran semejanza. El hombre Vallejo se me antojó como un mensaje de la tierra y seguí contemplándolo. Tiró el cigarrillo, se apretó la frente, se alisó otra vez la sombría melena y volvió a su quietud. Su boca contraíase en un rictus doloroso. Cayo y él. Mas la personalidad de Vallejo inquietaba tan sólo de ser vista. Yo estaba definitivamente conturbado y sospeché que, de tanto sufrir y por irradiar así tristeza, Vallejo tenía que ver tal vez con el misterio de la poesía. Él se volvió súbitamente y me miró y nos miró a todos. Los chicos estaban leyendo sus libros y abrí también el mío. No veía las letras y quise llorar...Así fue como encontré a César Vallejo y así como lo vi, tal si fuera por primera vez. Las palabras que le oí sobre la Tierra son también las que más se me han grabado en la memoria. El tiempo había de revelarme nuevos aspectos de su persona, los largos silencios en que caía, su actitud de tristeza inacabable y otros que ya aparecerán en estas líneas.Por la noche, durante la comida, me preguntaron en casa:-¿Te gusta tu profesor?-Sí -respondí.
Era inexacto. No me había gustado precisamente. Me había impresionado y conturbado, interesándome, pero no sin producirme una sensación de lejanía. Después de la comida, por indicación de mi abuela, escribí a papá. Un pequeño lápiz romo fue garabateando mis impresiones. Cuando llegué a las del colegio y Vallejo, no supe qué decir sobre él. Después de pensarlo mucho y ensayar varias explicaciones, escribí que mi profesor se parecía a Cayo Oruna. Tiempo después supe que, al leer la carta, mi madre había sonreído con dulzura y mi padre se dio a pensar en el poeta. Amaba a su pueblo y pudo otear a Vallejo desde el fondo de su alma llena de quebrados horizontes andinos".

GRUPO NORTE


El núcleo de jóvenes intelectuales, llamado “La Bohemia Trujillana”, “Grupo de Trujillo” o “Grupo Norte”, tuvo por mentores a Antenor Orrego y José Eulogio Garrido, y junto a ellos figuraron: César Abraham Vallejo Mendoza, Víctor Raúl Haya de la Torre, Alcides Spelucín, Macedonio de la Torre, Carlos Valderrama Carlos Manuel Cox, Francisco Xandóval, Daniel Hoyle, Ciro Alegría, entre otros.
Esta pléyade tuvo que actuar con beligerancia intelectual para abrir su autentico camino en un ambiente negativo y hostil. Solo así pudo realizar, según palabras de Orrego escritas en 1926, “la labor tal vez de más dilata envergadura espiritual y de más fuerte virtualidad cohesiva que se ha dado en los últimos años de la República”.
“El Grupo Norte realizó en el Perú el más importante movimiento intelectual, la más vital revolución ideológica que precedió a la guerra de la independencia”. (Héctor Centurión Vallejo)





Por: Dr. Elmer Robles Ortiz.

Antenor Orrego, primer crítico en reconocer la prosa de Ciro Alegría


Como es fácil de suponer el autor estaba totalmente abocado a fundar un estilo propio y totalmente personal. Y esta búsqueda intensa y ardua estaba sazonada con continuas amanecidas, conversatorios, análisis y lectura de textos, charlas, discusiones y por los primeros intentos literarios. Por supuesto que el apoyo de todos los integrantes del Grupo Norte y en especial de su mentor y tutor ideológico y literario (Orrego) fue a no dudarlo de una enorme importancia en esta primera etapa literaria que como siempre es la más difícil.
Así el autor poco a poco y después de mucho esfuerzo fue adquiriendo una identidad literaria propia. Su producción literaria delata una fuerte orientación de carácter modernista y vanguardista pero que no anulaba otras influencias literarias como es el caso del romanticismo. Además, hay que decir que en sus primeras composiciones literarias, que fueron sobre todo poéticas más que narrativas, hay una fuerte orientación lírica aunque ésta se atemperará grandemente cuando años más tarde abrace el aprismo y aparezca la épica que la reemplazará especialmente en El mundo es ancho y ajeno. El título de sus primeras creaciones nos dan una idea de la dirección que tuvo su literatura: en 1927 y en el periódico La Tribuna Sanjuanista publica su primera poesía ("Entierro de una niña gentil"), pero será en el periódico El Norte ─de enero de 1928 a 1929─ donde Alegría hará sus verdaderos pininos literarios, tanto en la creación poética como en la crítica literaria propiamente dicha. Sus primeros cuentos fueron recién publicados en 1934 por la revista limeña Panoramas ("Quiero ser novelista" y "Caminantes")
. Según el mismo Alegría, hasta 1934 había escrito innumerables crónicas periodísticas, unos cincuenta poemas y aproximadamente cuatro cuentos.
Recapitulando, de este estadio orreguiano se puede afirmar que Alegría bebió en la biblioteca de su padre libros sobre literatura de autores extranjeros, revistas y periódicos de Trujillo y de la misma Lima que a la postre le van a dar un conocimiento en cuanto a técnicas literarias y también un cierto acercamiento sobre los problemas nacionales y regionales. Definitivamente fueron una ventana que le permitió observar otros escenarios y realidades y así ampliar su horizonte. Como ya se dijo el valor de los años de infancia y adolescencia recién aparecerá con total claridad y en su verdadera magnitud años después cuando siendo ya un desterrado aprista en Santiago de Chile en lo años 30 y ayudado de una memoria prodigiosa, reviva y recree estas experiencias y vivencias a la luz de su ideología política y dé vida a sus tres grandes novelas y especialmente a El mundo es ancho y ajeno. Pero si estos años fueron básicamente de aprendizaje y formación literaria, a partir de su traslado a Trujillo serán también de creación literaria propiamente dicha. Así, cuando tuvo que emigrar a Trujillo para seguir sus estudios secundarios y universitarios la ventana se convirtió en puerta; es decir, aquella tendencia de apertura a lo social y a la política se acentuó y terminó siendo definitivamente dominante. En otras palabras si antes fueron su familia y los narradores indios quienes ya sea desde los libros o de la charla se encargaron de que los ojos y oídos de Alegría prestaran atención a una serie de temas y problemas que difícilmente podrían ser percibidos y captados por un infante y adolescente residente en una lejana hacienda de la sierra, ahora desde la atalaya orreguiana puede no sólo ampliar sustancialmente su visión lo que le permite estar al corriente y enterarse de nuevos autores, libros, corrientes literarias, ideologías sociales y políticas, etc. También puede tener cerca a una persona de carne y hueso, y además del prestigio intelectual que tenía Orrego, con quien podía hablar, dialogar y especialmente aprender. Por consiguiente, después de los diez años que dura este orreguismo, se dará prácticamente por concluida o terminada su instrucción literaria tanto teórica como práctica. El Alegría resultante de todo este largo proceso, con sus escasos 23 años, se encontrará ya apto para iniciar aventuras literarias mayores a las que había estado realizando hasta esos momentos, tal como efectivamente quedó demostrado a partir de 1934.

Orreguismo: aprendizaje y creación literaria

Lo primero que hay que decir es que estamos frente a un período que abarca prácticamente diez años, durante los cuales son tres los acontecimientos que van a tener gran repercusión en Alegría. El primero tiene que ver con el hecho más significativo de toda esta etapa: su ingreso formal al Grupo Norte en 1927, que por ese entonces era ya conducido por Antenor Orrego. Así, el vivió de llenó la etapa más ideológica y política que atravesó este círculo trujillano.
Alegría, es bueno recordarlo, era apenas un estudiante secundario de tan sólo 17 o 18 años, cuando sintió el impacto del discurso del filósofo Antenor Orrego quien había llegado ya a convertirse prácticamente en todo un símbolo en Trujillo, y su ideario se sintetizaba o divulgaba muchas veces en algunos pensamientos, frases o slogans, que eran repetidos constantemente por los jóvenes.


  • El Alegría, fervoroso admirador de Orrego, ingresa a trabajar en el periódico El Norte, que era el órgano del Grupo Norte, en un momento crítico en que la dictadura de Augusto B. Leguía había iniciado una vigorosa ofensiva contra todos aquellos políticos y periodistas que no seguían dócilmente sus dictados. Inició con mucho entusiasmo y a tiempo completo las tareas propias del oficio periodístico, que como hemos ya visto, en sí no era algo nuevo para él, logrando rápidamente sobresalir entre sus compañeros gracias a su inteligencia, dedicación, y sobre todo a su excelente pluma. No pasó ni un año y ya ocupaba el cargo de Jefe de Redacción (1928-1929).



  • El segundo suceso será la revolución de Trujillo (julio de 1932). Al futuro novelista le tocó cumplir un papel activo, tanto en los preparativos insurreccionales que desde mediados de 1931 se habían iniciado, como en los actos mismos de defensa de la ciudad ante el ataque de las fuerzas del Ejército.



  • El tercer hecho que se debe mencionar está vinculado con el anterior: es la prisión misma, pues al igual que la revolución de Trujillo también se convertirá en motivo de inspiración, como fue el caso de otra novela igualmente póstuma e inconclusa El dilema de Krause, escrita en 1955, o en fuente de conocimiento directo que le ayudará a delinear de manera cruda y realista la vida en prisión.


Ahora bien, el Grupo Norte, la revolución de Trujillo y la prisión fueron tres acontecimientos que estuvieron conectados porque de una o de otra manera el primero prácticamente llevó o posibilitó el segundo y éste a su vez al siguiente. Todo esto nos remite al Grupo Norte y más específicamente al discurso de su conductor como matriz generativa. No hay duda que las razones que tuvo Alegría para ingresar a este círculo tienen que ver no sólo con la búsqueda de participación en un espacio intelectual auténticamente libre, en una aristocrática y conservadora ciudad como Trujillo, sino también y sobre todo con el influjo espiritual y moral que tenía Orrego ante los jóvenes, escolares y universitarios. Es a través de la estela orreguiana como debe ser ubicado ideológica y literariamente Alegría, pues si hubo alguien que ejerció una notoria autoridad y ascendencia sobre él fue Orrego.

Orrego, quien tenía en su haber el haber guiado anteriormente al poeta César Vallejo en sus primeras poesías de corte modernista e impresionista. El apoyo, la crítica y los consejos que le dio obligaron al vate a pulir y mejorar sus poesías, esfuerzo que al final se materializó en sus dos primeros poemarios Los heraldos negros (1918) y Trilce (1922). Con el viaje de Vallejo a Lima y después a París, Orrego se dedicó a realizar parecida labor con otros literatos y así conoció a Alegría. Las relación que se entabló entre ambos tuvo la misma pauta general que todas las anteriores. Recordemos además que en esa época Alegría escribía sobre todo poesías y uno que otro pequeño cuento. Orrego, que comenzó a dirigir a este joven poeta, debió percatarse inmediatamente que sus versos y composiciones no tenían la trascendencia literaria de su anterior discípulo pero reconoció en él a un joven que si tenía condiciones innatas para el trabajo narrativo y es por esa razón que lo tuvo cerca y así Ciro Alegría terminó convirtiéndose en uno de sus colaboradores más cercanos y hombre de su confianza. Sin embargo el binomio Orrego-Alegría no estuvo exento de dificultades, como por ejemplo, cuando a raíz de una crónica sobre Leguía se produjo un choque entre ambos que a la postre produjo la renuncia y el alejamiento momentáneo de Alegría . El predicamento y la presencia de Orrego será de una honda significación para el joven Alegría; aquel se constituyó prácticamente en un modelo de intelectual y político a seguir e imitar. Orrego lo introdujo en áreas y terrenos (tendencias literarias, filosofía, política, etc.) que le eran completamente desconocidos. Alegría descubre, gracias al filósofo Antenor Orrego, todo un mundo nuevo, donde temas o materias que antes eran sólo palabras o nombres a las que no había prestado mucha atención o que apenas comprendía, ahora aparecían en otra dimensión y con un valor indiscutible: la política, la problemática social y regional, el latinoamericanismo, las nuevas ideologías, la presencia del imperialismo, las clases trabajadoras, los nuevos autores y las novísimas corrientes literarias, la reflexión filosófica, etc.; fueron todos elementos que dieron a Alegría un horizonte mayor del que había desarrollado en su niñez y adolescencia allá en Marcabal Grande.


domingo, 15 de noviembre de 2009

Periodista y Dirigente Universitario


Durante las vacaciones de 1926, Ciro Alegría se vinculó a una pequeña empresa de venta de libros en la misma ciudad de Trujillo, pero le fue mal.
Al año siguiente, 1927, da el primer paso para convertirse en periodista. Con sus compañeros del cuarto año de secundaria del colegio San Juan, saca a la luz un pequeño periódico llamado “Tribuna Sanjuanista”, que él dirige. El periodiquito llamó la atención del escritor y político Antenor Orrego, por entonces director del diario “El Norte” de Trujillo, quien lo mandó a llamar. En diciembre de ese año, culminados los exámenes de fin de año, empieza a trabajar en el mencionado diario como reportero.
En sus memorias, Alegría evoca con fruición sus días de periodista policial en “El Norte”, labor que desarrolló durante los meses de enero, febrero y marzo de 1928. “Me anoté algunos éxitos como reportero, y tuve oportunidad de publicar los versos que hasta ese momento había tenido inéditos.
El escritor conoció también por experiencia propia el trabajo de construcción civil. Durante 1929 trabajo en una empresa constructora.
Participó en los trabajos de una carretera y luego en la edificación de un puente, el antiguo Puente Virú.
Corría el año 1930 cuando hace su ingreso a la redacción del diario “La Industria”, decano de los periódicos de provincias. Ingresa a la Universidad de Trujillo, convirtiéndose en uno de los más destacados alumnos de la Facultad de Letras.
A fines del mismo año. Los estudiantes lanzan uno de los tantos movimiento de reforma universitaria que se han producido en el Perú; el movimiento fracasa y sus dirigentes son expulsados, entre ellos Ciro Alegría, quien interrumpe definitivamente sus estudios superiores.